En un mundo donde reina la sobre estimulación los invito a ralentizar, a ser selectivos y deliberados en nuestras decisiones creativas. Ser moderado como cualidad esencial de nuestra práctica fotográfica.
Resistir al simple impulso creador y darle lugar a la oportunidad.
Permitirse manejar los desafíos y fracasos inevitables que surgen durante el proceso creativo.
No todas las sesiones resultan como se espera, y no todas las imágenes logran transmitir lo que se busca.
La templanza nos enseña a valorar la calidad sobre la cantidad, a enfocarnos en la esencia de lo que queremos expresar y evitar la sobredosis de estímulos y en la obsesión por la perfección que ya sabemos inexistente.
En lugar de la impaciencia, claridad.
En lugar de rendirse, adaptarse.
En lugar del deseo, accionar.
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