Como si haber usado film soup en un pro image vencido hace 15 años no fuera suficiente, tuve un pequeño incidente donde al abrir la tapa trasera de la cámara ya creyendo haber rebobinado el rollo por completo. Pero no, ahí estaba la película mirándome fijamente, fuera de la bobina. Muchas tomas claramente se perdieron, otras quedaron con unas manchas parecidas a agujeros negros que jamás había visto en un film soup. Sabía que las probabilidades de que algo cercano a lo provechoso eran bajas, aún así, soy de las que piensa que siempre vale la pena el intento. Hace unas semanas en pleno invierno fui al Rosedal de Buenos Aires a hacer fotografías de las pocas rosas que siguen floresciendo aún en esta época del año. Miro las fotos y me dan la sensación de algo lejano, de resquícios de una naturaleza existiente mucho antes que nosotros existiéramos. Curioso cómo la fotografía funciona, cómo nos provoca sensaciones que siquiera existían al momento de apretar el botón.
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